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5.3.09

Recordando a Felix Reyes

El fotógrafo ambulante Félix Reyes, era conocido por el apelativo cariñoso de "El Sultani". 
Hace un tiempo incorporé una sección en este blog que he denominado "Oficios con Solera" tenía entonces, y sigo manteniendo ahora la idea de recoger en esta página aquellos viejos oficios y a sus artesanos que durante décadas fueron el bullir diario de este pueblo. Por unas razones o por otras con la desaparición de los maestros artesanos se han ido perdiendo también casi a la par gran parte de los oficios antiguos.
Incorporo a esta galería de personajes y sus oficios al que fuera fotógrafo ambulante, Félix Reyes "El Sultani", rescato del olvido la figura de este hombre singular que hace tiempo nos dejó. Quienes le conocieron dicen de él que siempre estaba de aquí para allá con su cámara a cuestas ambulante por la ferias. Rememorar ahora la imagen del fotógrafo minutero instalando su cámara en el parque es todo un ejercicio de memoria. Como también lo es cerrar los ojos y estar viendo ahora como aquellos curiosos chiquillos miraban las fotografías que decoraban la caja mágica. Fotos de niños rollizos, parejas de enamorados, un galán de finos bigotes... El milagro se producía cuando el minutero escondido bajo una tela negra decía: ¡quietos!. Y ese instante quedaba inmortalizado.
El fotógrafo hacía de ese momento todo un acontecimiento que quedaba plasmado para siempre en un trozo de papel bromuro. Eran fotografías como surgidas de una chistera -revelado en la misma caja, cubo con agua para quitar las sales de plata, un ligero secado al aire y foto para el cliente-. Era magia.
Recordar el buen hacer de este buen hombre representa algo más que una evocación nostálgica, se trata de reconstruir una página con sus vivencias, que al fin y al cabo, son las experiencias de estos hombres sencillos con las que se escribe la historia popular de los pueblos.
Fue a finales de 1939, recién terminada la guerra civil cuando Félix Reyes empezó en el difícil campo de la fotografía, un mundo nuevo para él. Hasta entonces había tenido múltiples ocupaciones, y con la misma facilidad pelaba un borrico o cerraba un trato que hacía una fotografía al minuto.
"Un día vino de fuera un pariente a visitarme que era minutero y me propuso enseñarme el oficio. Aprendí y montamos una sociedad, compramos tres caballos y una moto de madera para ir por las ferias".
La primera cámara que tuvo se la hizo un carpintero en Montilla al que llamaban "el negro". Con esta rudimentaria caja de madera provista de una sencilla lenta fue como empezó haciendo fotos en los jardines de los patos, concurrido parque de Córdoba. Allí había también dos fotógrafos minuteros que eran hermanos. En verano con el buen tiempo cogía la cámara y los bártulos y se iba a recorrer las ferias de los pueblos de la comarca. Se cobraba muy poco por aquel entonces, por dos fotos pedía seis perras gordas, hablo del año 45. En aquel tiempo se necesitaba un permiso del gobernador civil para hacer fotos en la vía pública. Como se ganaba muy poco había días que no hacía ni para pagarse una cama, y tenía que dormir debajo de la lona de los caballitos de la feria. Su cena se componía la mayoría de las noches de un chusco de pan.
Ante su cámara han desfilado toda una legión de niños montados en el caballito; los mismos que hoy, ya adultos atesoran aquella pajiza fotografía que les hizo Félix Reyes "El sultani".
Años más tarde su hijo heredo este oficio, pero adaptándose a los nuevos tiempos empleaba polaroid y cámaras reflex. Y durante muchos años ha estado fotografiando a los turistas en el patio de la mezquita de Córdoba.
Este hombre tenía 84 años cuando entable amistad con él, corria el año 1989, me contó algunos pasajes de su vidad ya en aquel tiempo estaba delicado de salud y tenía serios problema de vista. Tenía por costumbre bajarse al paseo de Cervantes y sentarse en un banco a la recacha sin desprenderse de su inseparable chivata (bastón).
Fue el último de una generación de fotógrafos ambulantes de los muchos que pululaban por las ciudades, y que hicieron de su habilidad su oficio.

Los últimos avances en el campo de la fotografía han dejado en desuso las legendarias reflex y su sistema de negativo, atrás quedaron los aluros de plata. Estamos en la era digital.
El modo de hacer fotografía hoy ha conquistada a la sociedad, y las compactas digitales junto con los móviles que hechan fotos han proliferado como hongos.
La fotografía ha perdido parte de ese alo mágico y romántico que siempre tuvo. Por esto, hoy mas que nunca tiene sentido recordar a este artesano del retrato.


Julio Portero

7.2.08

Jose Luis Alcaide, de oficio: Buena persona

José Luis Alcaide.(c) J.PorteroViendo esta imagen que reboza simpatía y bondad de José Luis Alcaide "Bigotes", uno se puede preguntar ¿con esta cara de buena persona, quien se puede enfadar con un hombre así?José Luis Alcaide Jiménez más conocido como "Bigotes", es un profesional de la hostelería de larga trayectoria pese a su juventud. Comenzó en este oficio a muy temprana edad teniendo como maestro al gran profesional que fue Manuel Vacas Garrote, cordobés que ejerció de maítre durante muchos años en el hotel Mencey un cinco estrellas de Tenerife. Para terminar recogiendo velas en las islas y regresar a la peninsula, concretamente a su Córdoba natal. Aquí estuvo al frente del restaurante Las Camachas (Montilla) en la época en que lo regentaba la familia Cobos, adquiriendo este restaurante un prestigio que todavía perdura por la escuela de buenos profesionales que se formaron con el señor Vacas, entre ellos José Luis que hoy ocupa en este establecimiento el puesto de Jefe de Barra y de chiquillo para todo, como él dice.

Entre las muchas anécdotas que cuenta
con cariño José Luis de su amigo Vacas, esta una que tiene que ver con la afición que tenía este hombre por la casería y que practicaba con Pepe Lara el de "Casa Palop".
Como Manuel sabía de la afición de nuestro amigo bigotes por los perros y los pájaros de canto este prometió regalarle un canario de la especie Timbrado español. Y así lo hizo.

Manuel muy contento por el regalo busco en sus casa el mejor sitio para colgar la jaula procurando que el pájaro estuviera en lugar tranquilo para que entonara mejor sus trinos. Pasaron unos días hasta que observo que al canario le faltaba una pata. Y dirigiéndose a José Luis le dijo: "ven aquí tabardillo, tú que me has regalao un canario o un guardacoches".
A lo que contestó José Luis, "Manuel usted para que quiere al pájaro, para que cante, o parar echar carreras".

A punto de cumplir veinte primaveras deja de trabajar para realizar el servicio militar en el campamento de Campo Soto de San Fernando (Cádiz), allí coincide
con Fernando Romay, con el que traba una buena amistad siendo compañero de camareta, que no de cancha, en el Reemplazo 4º - 79/80. Gracias a calzar un 58 de pie se libro de ponerse botas.



José Luis Alcaide y su amigo Fernándo Romay Rugama en una fotografía de su paso por la mili.
Fernándo Romay es, sin duda una de las grandes figuras del basket nacional. Nacido en A Coruña en 1959, fue considerado en su día el techo de España, gracias a sus 2.13 m. de altura. Su vida deportiva transcurre en el Real Madrid, club en el que ingresó en 1976 y permaneció hasta la temporada 1992-1993, en la que ejerció de capitán.

Fue internacional con la selección española en 174 ocasiones y participo en dos juegos olimpicos: Moscú'80 y Los Angeles'84, donde conquistó una histórica medalla de plata.

José Luis es, todo un personaje gracias a su carisma ha sabido ganarse el cariño de la gente.
Entre sus muchas cualidades esta la de ser un tío simpático, generoso que cae bien a todo el que le trata desde el primer contacto. Hay que dar la razón cuando se dice que la primera impresión es la que vale.
Es una de esas personas de la que existen pocas en los pueblos que sin poseer grandes riquezas ni hacer gala de grandeza, son tan populares o más que el propio alcalde. Y considero que tiene muchísimo mas valor el cariño desinteresado de quien le conoce.

Cuando se trata de escribir un perfil se procura por norma general dejar bien al personaje. Sometiéndome sin esfuerzo al respecto que debe imperar siempre en este tipo de género periodístico cuando se trata de retratar aún personaje -no es que un servidor sea periodista, eso se nota a la legua-. Por supuesto no he pretendido hacer un panegírico de José Luis, pero para cuando termine la última línea de este post casi con toda seguridad se habrá convertido en eso.


Mundial de Japón 2006 - España Medalla de Oro.

3.5.07

Pepe Torres, y su pasión por la nueva cocina

Cuando conocí a Pepe Torres por el año 1997, era un joven que apuntaba maneras para convertirse en un buen cocinero -con el tiempo el calificativo bueno se convertiría en grande-. Hijo de emigrantes andaluces que tuvieron que partir de su tierra como tantos otros, buscando un futuro mejor para sus hijos en Cataluña. El tiempo quiso que a la jubilación de sus padres decidieran regresar a su añorada Montilla.

Pepe, pronto encontró trabajo en lo que mejor sabía hacer, cocinar. Venia con una gran base de la cocina catalana, hoy por hoy, una de las mejores cocinas del mundo liderada por el gran plantel de cocineros catalanes de la talla de Adría, Ariola, Santamaría y Ruscalleda entre otros, cuyos restaurantes son mercedores de los mas prestigiosos reconocimientos gastronómicos.

Aquí empezó a trabajar en el restaurante Don Gonzalo, al lado del sin igual jefe de cocina Rafael Rubio, que fue su mentor y quien le dio a conocer nuestra cocina tradicional cordobesa que el desconocía en aquel momento. Pasados dos años, y unido a su inquietud por seguir explorando en la nueva cocina se marcha al restaurante Las Camachas, el mejor y con mas solera de los restaurante que existen en la zona. Es en este lugar gracias a la confianza que le brinda el Chef Antonio Herrador, donde empieza a aportar su toque personal nada fácil en unas cocinas tan anquilosadas desde antaño en la gastronomía tradicional, eso si, cocinando siempre con productos de primerísima calidad. Pepe Torres, consiguió abrir las mentes a otra forma de cocinar y de presentar los platos que sus comensales acogieron de muy buen grado.

Antonio Herrador, Carmen, Gallardo y  Pepe Torres
Antonio Herrador, Carmen, Gallardo, y Pepe, compartiendo un grato momento en festiva tertulia.
Le gusta estar con sus amigos y hablar de su trabajo y, procura siempre estar al día de lo que se cuece en los mejores fogones del país. La cocina creativa le apasiona por este motivo alterna su trabajo aquí con temporadas en Barcelona. Hace algún tiempo me comento que se marchaba para hacer un seminario de cocina creativa con la hoy muy famosa Carme Ruscalleda, mucho antes de que le llegara la gloria con sus tres estrellas Michelín él ya la consideraba la mejor en ese momento, mucho antes de que la crítica gastronómica la reconociera internacionalmente.


Pero sin duda fue Ferrán Adriá, el que despertó su gusto por la alta cocina. Por algo hoy que escribo de mí amigo Pepe Torres recibo una publicación de gastronomía, y mira por donde la revista inglesa Restaurant Magazine, publica que vuelven a nombrar a "El Bulli" de Ferrán Adriá, por tercer año el mejor restaurante del mundo, votado por un jurado internacional compuesto por 651 reputados Chef y críticos, hay queda eso.

Una muestra de las creaciones de Pepe Torres
Pepe Torres, finalmente necesitaba más espacio para seguir avanzando en su trabajo y ha regresado a Cataluña. Comenta, que en este momento para estar en la pomada hay que conocer como se esta cocinando aquí en Barcelona.

De Andalucía, y más concretamente de Córdoba y Montilla, se lleva los conocimientos de nuestra gastronomía regional que ha adquirido al lado de grandes profesionales de esta zona. Justo será decir también que él ha dejado en sus compañeros la inquietud y las ganas de seguir avanzando y hacer nuevas cosas en la restauración. Si a esto le unimos la impronta de su personalidad, su simpatía y el trato cordial que ha mantenido siempre con todo el mundo, nos sale un cocktail de valores al que llamaremos "buena persona". En este momento nuestro amigo Pepe, esta trabajando en el restaurante Cal Blay , ubicado en Sant Sadurni d' Anoia (Barcelona).

Desde este rincón de Andalucía que es tu casa, te deseamos salud y suerte compañero.

11.3.07

El Chef Carloto

Carlos Rodríguez "Carloto", maestro de cocineros
Ahora que están tan de moda los cocineros venimos a rescatar del olvido la memoria de Carlos Rodríguez Roldán "Chef Carloto", cordobés de nacimiento, montillano de corazón y fernanuñense de adopción, no en vano, allí tiene fijada su residencia hace muchos años y nos consta que es muy apreciado en esta ciudad.

Esta instantánea recoge al Chef Carloto en el centro, flanqueado por sus ayudantes "El chache", y Rafalín Gil "El lobo". Lucen sus uniformes blancos como si empezaran a trabajar , y acababan realizar el servicio de una boda de mas de doscientos comensales, nada mas, y, nada menos.
El chef Carloto es contemporáneo del gran cocinero francés Paúl Boucuse, creador de la nouvelle cuisine, que aporto a la cocina moderna un nuevo concepto en la que se cuidaba mucho la presentación de la comida. Venia a decir que la comida tenía que estimular los cinco sentidos, especialmente la vista. Casi sin saberlo y sin recoger el reconocimiento que obtuvo el francés, Carloto era tan exigente o mas que el propio Boucuse, trabajando eso si, en una cocina mas modesta, no en vano su equipo lo formaban a lo sumo un par de pinches y una señora que arreglaba las verduras. Pero salían de sus manos auténticos manjares que cumplían a la perfección el enfoque de la nouvelle cuisine porque sus creaciones regalaban placer a los cinco sentidos, incluidos los cinco latinos que más de un comensal se llevaba a la boca haciendo barquitos de miga de pan en sus salsas. En ningún momento pretendió este cocinero cordobés hacer como dicen los franceses: haute cuisine (alta cocina) pues su cocina siempre estuvo centrada en elaborar recetas basadas en las raíces de la cocina tradicional cordobesa.
Carloto se fraguo desde muy temprana edad en la cocina cordobesa y desembarco por estas tierras albarizas de Montilla en los años 60, quería llevar su propia cocina y no desaprovecho la oferta de trabajo del restaurante Las Camachas, lo más selecto de la comarca en aquellos tiempos. Años mas tarde cuando entendió que su ciclo había terminado en este restaurante, fue el bodeguero y empresario Julián Ramírez Pino, que guiado por su olfato para los negocios se fijo en este joven cocinero para ponerlo al frente su negocio el restaurante los Arcos. Este empresario entendió enseguida que esta localidad necesitaba de un espacio donde ofrecer al visitante un lugar idóneo donde poder comer, pues hasta entonces solo se servían comidas en el antiguo Hotel Comercio, el resto de bares y tabernas solo ofrecían aceitunas, patatas saladillas y todo lo mas unas anchoas para no tomar el vino a palo seco. Fue entonces cuando Julián Ramírez en el año 1956 , -según relata en su libro “Montilla 1950-1975 Entre la Historia y la Memoria- compró el mesón Los Arcos y las caballerizas del Conde de la Cortina del mismo edificio de La Tercia que unio al local. Esta ampliación supuso a la larga todo un revulsivo en la hostelería montillana y un lugar de encuentro en su famosa bodega del Bar los Arcos. Así fue como nuestro amigo Carlos en el 1964 comenzó a hacerse cargo de la cocina del restaurante los Arcos.
Hay que recordar al lector que el restaurante Las Camachas no abrió sus puertas hasta el año 1962. Siendo este también uno de los restaurante por los que paso el Chef Carloto, y en el que dejó su impronta y su talento coincidiendo en este periodo con otro excelente profesional, Manuel Vacas Garrote, Jefe de Sala y Maitre formado en el Hotel Mencey un cinco estrellas de Tenerife. Este tándem y su equipo elevaron la categoría del restaurante Las Camachas. Implanto el servicio a la rusa o gueridón y se hacía el Show Cooking (cocinar algunos alimentos ante la mirada del cliente) con la ayuda del rechoud se hacian: Langostinos a la Americana, Crepés Susses, Bananas flambeé, y un delicado Soufle Alaska, entre otros delicias culinarias. Todo esta profesionalidad quedo refrendada cuando galardonaron a este restaurante con la medalla al Mérito Turístico. Hoy equivaldría a lo que conocemos como la estrella Michelín.

Personal del Bar Los Arcos, año 1967
Arriba y con gafas Manuel Portero "Porteri", a su lado Miguel "El Gallina" y el cocinero Carlos Rodriguez Roldán "Carloto". Abajo a la izquierda, Manuel Ordóñez "Manolín" y a su lado, Pepe Baena "El Chato", Miguel Gálvez, Pepín Perea y Paco Márquez.
Siguiendo con su trayectoria, pasado unos años decidió probar suerte y abrió el Bar Montulia que estaba situado en la calle Ballén un par de casas mas abajo de lo que hoy se conoce como restaurante Don Quijote, regentando lo que sería su primer negocio. Los más antiguos recuerdan su maestría en la confección de una cocina típica cordobesa a base de: Pimientos Rellenos, Huevos a la Marisquera, Zorzales al Nido, los famosos "Carlotines" y los genuinos Flamenquines cordobeses, cuyo precio era de siete pesetas del año 65. Estas entre otras elaboraciones empezaron a hacerse populares y fueron calando en el paladar de las gentes del lugar hasta hacerse de una clientela asidua a la degustación de sus especialidades gastronómicas. Recordemos que en aquellos tiempos era difícil encontrar una taberna con cocina selecta. Poco tiempo duró su aventura empresarial, porque hay que decir que humanamente Carloto es hombre con más corazón y voluntad que mentalidad de empresario, y al poco tiempo comprendió que los negocios no eran lo suyo. Tuvo que regresar a la que había sido su casa hasta entonces y fue bien recibido nuevamente en Los Arcos.
Camareros y cocineros de los Arcos, años 70

Baena "El guardia", Manolo Arrabal, Paco Márquez, Miguel Gálvez, Dolores Cívico "La civica", Carlos Rodriguez "Carloto", Manuel Portero "Porteri", "El pipas" y Pepín Perea.
Este establecimiento era lugar de reunión en el que se hacia sentir el pulso de la ciudad tanto en lo económico como en lo social. Gentes de negocios, industriales, bodegueros, agricultores y correores de vinos sentados alrededor de una media de fino y de un plato de riñones a lo señorito, ponían el ambiente propicio para formalizar un trato. En función de la hora del día su clientela iba cambiando. El buen vino y la buena cocina perduran hasta nuestros días, sin embargo el perfil de la clientela ha ido cambiando y es lógico que así ocurra, pero diré que el buen ambiente siempre reino en este local montillano.
Con la compra en 1971 y posterior ampliación en 1975 del nuevo Hotel Don Gonzalo, por parte de la sociedad compuesta mayoritariamente por bodegueros se incorporó como Jefe de cocina del flamante establecimiento. Buena parte de su trayectoria profesional la ha desarrollado en este lugar.
Persona inquietad nuevamente probó suerte y se traslado a la noble villa de Fernán Núñez donde abrió un nuevo negocio. Hoy reside en esta ciudad y disfruta después de una dura vida de trabajo de una merecida jubilación.
Él marco un antes y un después en la gastronomía de la comarca. Aún hoy, y conociendo la oferta culinaria de la zona tengo que decir sin temor a equivocarme que todos los establecimientos de este lugar ofrecen en sus cartas las tapas y platos que él popularizo en su día. Claro esta, que cada maestrillo tiene su librillo o como diría un entendido gourmet la técnica diferencia una cocina de otra aportando cada cual su toque personal y seleccionando siempre que el producto sea de primera calidad.Son innumerables los buenos recuerdos que atesoran quienes han tenido la suerte de trabajar al lado de este maestro de los fogones que es Carlos Rodríguez Roldán "Carloto". Durante su larga y dilatada carrera todos los jóvenes que han estado a su lado primero como pinches y luego con el tiempo formados como cocineros, no agradecerán lo suficiente el oficio que les inculcó con su labor Carloto. Gracias al carácter y al tesón que supo trasmitir este Jefe de cocineros a estos entonces chavales se puede decir que hoy por hoy, ninguno de los discípulos que pasaron por su cocina ha tirado la toalla. Poniendo de esta manera los mimbres que luego se convertiría en una sólida generación de cocineros. Doble mérito si consideramos que no había Escuelas de Hostelería y, que eran unos tiempos en el que aprender este duro oficio era sinónimo de sacrificio y muchas horas de trabajo al pie del cañón. Quitándole horas al descanso y tiempo para dedicarlo a la familia. Nadie como sus seres mas queridos saben del valor de estas palabras.
Hoy estos cuajados profesionales siguen los pasos de su Jefe de cocina, unos trabajando en los lugares por donde él paso, otros regentando sus propios negocios y los demás al frente de las cocinas de las nuevos establecimientos de hostelería diseminados por nuestra comarca. Manteniendo el espíritu y las raíces para orgullo de nuestra cocina tradicional Cordobesa.

12.10.06

Julio Salas, barbero

La barbería de los pajaritos
El trabajo le otorga dignidad al ser humano. Las personas sencillas van forjando día a día la historia de nuestros pueblos.

Julio Salas, ha sido uno de los últimos barberos de la antigua escuela en retirarse y cerrar su pequeña barbería, estaba situada en la esquina de la Plaza de La Aurora. Existía desde el año 1961, cuando “el barrio de las Casas Nuevas, por esa época era un descampado. No existía todavía el cine Imperial que se construyó años mas tarde, y que en la actualidad se ha convertido en frutería y en bloque de viviendas.
Julio Salas, el barbero

"Lo que si había –comenta- eran moscas, y malos olores provocados por el basurero, en cuyo solar se levantó hace años la iglesia de La Asunción. Donde cada día las campanas tocan a gloria por la limpieza que existe en el barrio.
Fue gracias a las colaboraciones y al trabajo de los vecinos, como se construyo la iglesia. “Yo mismo,-recuerda Julio Salas- más de una vez ayudaba con la mezcla y los ladrillos, y Don Antonio, el párroco se arremangaba la sotana y se convertía en un albañil más. Los que llevamos aquí más de cuarenta años, podemos contarlo, porque lo hemos vivido. Este barrio que ahora se ve tan bonito, era antes la periferia de Montilla, este era el barrio de los obreros”.
Su típica barbería estaba flanqueada a un lado por la pescadería de Isidoro Polo “El Gamba”, y al otro por el campanario de La Asunción, durante los años que estuvo abierta se conservó como el día que se abrió, un martes 14 de Abril de 1961.
A ambos lados de la entrada, colgaban media docena de jaulas con jilgueros y canarios. Estos pajaritos que eran la pasión de este barbero deleitaban a la clientela con sus gorgoritos y sus trinos. En el interior, sus paredes blancas y escuetas estaban adornadas con unas rancias fotografías de fútbol: algunos almanaques de discreto motivo y, donde los calendarios que antaño ilustraban las paredes de estos santuarios de hombres estaban en un rincón apartado de la vista de la calle atestado de lozanas hembras.
Mientras conversamos, no le quita la vista a la cabeza del ínclito pelado. El tric,tric, de las tijeras se hilvana con el canto de los pajaritos.
Este sin par barbero, que con nueve años ya pisaba una barbería cuenta que aprendió este oficio de Manuel Redondo Sánchez “Berralichi”, antiguo barbero del Casino Montillano, popularmente llamado “casino de los señores”.
“Costaba mucho aprender, porque no había nada más que un sillón y siempre era el maestro el que arreglaba a los señores. Yo me limitaba a mirar y preparar el agua caliente para los afeitados”.
Hubo en Montilla, hasta 24 barberías, de las cuales solo quedaba una la del Miguel Alcaide, hijo de “El Marrueco”, que cerró el mes pasado.
Apelativos tales como: “El Niño Juan”, “Los Barberitos”, “El Niño la Brocha”, “Afeita Muertos”, “Berralichi”, “El Tapirojo”, “El Torrezno”, “El Niño el Lunar”, “El Marrueco”, “El Pirulo”, “El Maestro Patillas”, "El Soto"... etcétera.
Estos entre otros son los apodos cariñosos por lo eran conocidos estos insignes barberos.
Esto nos puede dar una idea de la popularidad que gozaban las barberías, donde se improvisaban amenas tertulias.

Cada cierto tiempo, los maestros barberos se reunían para acordar la tarifa de precios. ¡¡ “aquello era la guerra”!!, nadie se ponía de acuerdo, unos querían la subida con arreglo al poquito de lujo que habían incorporado a sus negocios: sillones americanos, espejos, etc. Los otros que tenían sillones d madera querían dejar los precios como estaban, porque su clientela era más modesta.

En el año 50, por un afeitado se cobraba una peseta, y por un corte de pelo 1,50 ptas., se hacían los cortes de moda en aquel tiempo: estilo Parisien, Amadeo corto, a lo Alfonsino, Raio con flequillo, este corte era más propio de la chiquillería.

Don Fernando, por aquel tiempo párroco de la iglesia de San Sebastián, entregaba vales de caridad a las familias necesitadas para que pelasen a sus hijos y no albergaran piojos en sus cabezas. Estoy seguro que todavía habrá quien recuerde su cabeza monda y lironda, y el “Vale por un Pelao”.

También se hacían “las igualas”, que no era otra cosa que un precio convenido por varios afeitados, arreglo de cuello y un corte de pelo, y se pagaba todos los meses. Ahora se pasan los meses y no se pela nadie. El Hombre era antes más cuidadoso; eso de llevar los pelos por las orejas no se veía en ningún sitio, se ha perdido la costumbre de afeitarse por un profesional.
“Esta profesión,-concluye el maestro- debería de ser como la fauna, los oficios antiguos tendrían que estar protegidos”.

(c) Julio Portero

Rafael Raya, una vida dedicada a la zapatería

Este oficio esta unido al “andar” diario de este pueblo desde el esplendor comercial de Montilla en tiempos de las fábricas de curtido de pieles.
Este es el testimonio del último de una generación de zapateros que han continuado día a día su labor desde que empezara como aprendiz a los 16 años, agarrando la lezna, el cabo, la aguja; hasta esculpir en la horma su primer par de zapatos, corría el año 1946.

Tiene Montilla una estrecha calle que conduce a la iglesia de San Francisco Solano (Patrono de la ciudad), frente a esta existía una pequeña zapatería detenida en el tiempo. Conservaba la fachada encalada y una vieja puerta acristalada que dejaba pasar algo de luz al interior del austero taller. Desde su modesta zapatería en la que se instaló en el 1954, ha visto la transformación que ha experimentado la calle “El Santo”, como popularmente se conoce a esta céntrica calle montillana. Desde las varias reformas que ha sufrido el pórtico de la iglesia, a los desparecidos comercios. Incluso recuerda el adoquinado que presentaba la calle antiguamente. En algunas ocasiones el repicar de las campanas se acompasa con el sonido machacón de su martillo.
Entregado en el arreglo de una nuevas tapas repasa con la cuchilla la goma sobrante, con la destreza que solo da los años de un oficio bien aprendido. Sin perder el hilo continua contando aspectos de cuando este oficio era próspero. Siempre, sin despegar la vista de lo que esta haciendo; cuando lo hace mira fijamente por encima de las gafas. “Antes –continua diciendo- existían en Montilla muchos zapateros, en la calle Fuente Álamo estaba Manuel Jurado, en la esquina estaba”Violencia”, y Arturo, más abajo en la calle La Gavia, “Molleja”, que en sus últimos años se aficionó al “Séptimo Arte”, y ejerció de portero en el cine del Teatro Garnelo.

Una pausa para recordar le sirve a nuestro personaje para continuar haciendo recuento de sus colegas. “También estaba la zapatería de “El Coca”, que tenía trabajando a cuatro zapateros. Uno de ellos era “Antonio pesetas”, ese para el calzado de señora era el número uno. La zapatería de Robles, que estaba en la calle Enfermería. Había otra en la calle Virgen del Carmen, y en la calle Ciprés. Por todas las calles había zapateros, y ahora estamos más claros que los “Obispos en Rusia”.

Hubo un tiempo en el que Montilla contó con numerosas fábricas de curtidos de pieles. El barrio de las tenerías estaba enteramente dedicado a esta industria. Hoy, de aquella prosperidad no queda ni rastro, si acaso el recuerdo nostálgico que aún permanece en la memoria de nuestros mayores.

“Antes el calzado se hacia a mano, no había fábricas que lo hicieran. Yo, gracias a Dios -puntualiza-, aprendí a hacer de todo: botas finas, entrefinas, de campo, zapatos de señora, sandalias para la vendimia, botas para las aceitunas, botos, que se hacían muy poquitos, pero hice algunos. En mí zapatería entraba todo el mundo, gente humilde y otros con posibles, y procuraba siempre atenderlos lo mejor que podía.

Recuerdo, que le hice unos zapatos bajos para la Semana Santa a un hijo de “La Clarita”, que era retratista, y recuerdo que le lleve 275 ptas hace 50 años, y me dijo: “mire Rafael, estoy esperando que me paguen mil y pico de pesetas de una boda, y eso tardará un par de días, si quiere me los llevo y a la ná se los pagaré.

Pasaban los días y no venía. Un mes y otro, y nada. Y resulta que había aquí, un guardia civil que se apellidaba Bueno, y era conocido por el apodo de “El corneta” (porque ejerció de tal en la guerra civil), le comenté y me dijo lo siguiente: “Lo que tienes que hacer es pasarte por el cuartel, que yo tomaré nota de ese sujeto”. Claro, yo quería que me pagara pero aquí sabíamos todos como las gastaba “El corneta, ¡daba tortas para dar y regalar!. Vamos, que engordaba el tío pegando a la gente. Así que, me dió lástima y no le denuncie, con lo que perdí el dinero y los zapatos”.

Hoy en día, las zapaterías como todos los oficios han quedado relegadas por la fabricación en serie. Ahora lo poco que se hace es todo de reparación; cuatro suelas y cuatro tapas.
“Esta profesión, -sentencia este veterano artesano- con el tiempo se perderá totalmente porque enseñarse a zapatero, no se enseña nadie hoy día”.

El olor característico a cuero que antaño envolvían a estas zapaterías, se ha esfumado con el inexorable paso del tiempo. De igual manera que la estirpe de artesanos del calzado que poblaban nuestras calles.

El futuro que depara a este oficio salvo que alguien lo remedie se presenta tan oscuro como la negra goma que vienen empleando en la reparación.

Útiles como: las hormas, la pantómetra, la pata de cabra, las leznas, la pileta, los cáñamos a base de cerote que daban lugar a los recios cabos, están cada vez más en desuso, y donde las planchas de goma han sustituido a las genuinas suelas de cuero.

Julio Portero

11.10.06

Miguel Polo, artesano de la cestería en vareta de olivo

Las personas sencillas pasan de puntillas por la vida. Cuando se ausentan, permanece el recuerdo de sus vivencias en el corazón de aquellos que los trataron, amaron, o respetaron.
Miguel Polo, heredó de su padre el oficio de la cestería en vareta de olivo, tenía fama de hacer las mejores canastas y enjugaderas, estas se usaban para secar la ropa en invierno al calor del brasero de picón. Las canastas para la recolectar la uva, o la aceituna que eran de menor tamaño.
Con el progreso llegó el plástico y dio al traste con este oficio.

Curro, el panadero



El entrañable Francisco Montoya Córdoba, nos dejó en fecha próxima a la Navidad de 2013
Era conocido popularmente por "Curro el panadero",  esta gran persona enfundada en un cuerpo menudo  albergaba un gran corazón. Dedico toda su vida a la panadería.  Un oficio aprendido  desde su más corta infancia y que le enseño que hacer un buen pan no tenía secretos para él.  Desempeño  todas las labores que se desarrollan en una tahona, de la misma manera que con sus manos daban forma a las diferentes piezas de pan que preparaba para el horno: la viena, barra, rústica, rosco, boga, mollete... etc, etc… Para salir luego a la calle con su inseparable carrillo a vender las piezas recién salidas del horno, a la vez que daba el aviso a los clientes voceando por los portales: "el paaann".

Hoy observamos  con nostalgia como han cambiado los tiempos sobre todo, en la forma de venta de este producto de primerísima necesidad. Atrás quedó el pasar frío y pedalear cuesta arriba y frenar cuesta abajo, y de vez en cuando tocaba empujar el triciclo cargado de piezas de pan. Ahora, la voz de aviso del panadero  se ha sustituido por el vespertino, y molesto claxon de las furgonetas de pan ambulante.

Moreno, el jardinero

Jose Ruz, con sus herramientas de trabajo junto a la pajarera del Paseo de Mercedes (Montilla)

José Ruz Rasero, conocido por los montillanos por el apelativo cariñoso de "Moreno", Desempeñó su trabajo como operario municipal en la recogida de residuos sólidos como gusta llamar ahora al servicio de limpieza, hasta que se privatizo este servicio y le dieron el destino de parques y jardines.

Durante bastantes años fue el encargado de mantener el Paseo de las Mercedes en perfecto estado de revista. Hoy disfruta de su merecida jubilación.

Desde este blog le dedicamos estas lineas como muestra de nuestro sincero reconocimiento por los años que compartió con los vecinos de la barriada de Las Casas Nuevas de Montilla.

25.9.06

Entre fogones: Rafael Rubio Velasco "América"

Viejas recetas en platos nuevos

Entrañable y cercano este “Americano” de Montilla, creador de las "patatas a la popocha", tiene tantos años de oficio a sus espaldas que se podría decir que vino al mundo con una sartén debajo del brazo. Como nos demuestra esta antigua fotografía en la que vemos a un jovencísimo Rafael Rubio con 16 años, junto al veterano cocinero Antonio López.
Se considera un cocinero de fuerte base tradicional, su dominio de los fogones ha hecho posible mantener la misma calidad de sus platos ya sea para una comida a la carta o para una celebración.
Su habilidad para tratar los productos autóctonos le ha granjeado el respeto de sus comensales.

Rafael Rubio.- J.Portero
¿Como fueron tus comienzos?

Me gustaba mas cocinar que estudiar. Así que, lo deje todo y me puse a trabajar con 16 años en el restaurante Don Gonzalo, a las ordenes del cocinero Carlos Rodríguez Roldán “Carloto”, fue una etapa en la aprendí a base de fijarme en todo lo que se hacía en aquella cocina, se aprendía con prisas solo había tiempo para sacar la faena diaria.

¿Cuál sería tu aportación personal a la cocina?Rafael Rubio.- J.Portero
La verdad es que afortunadamente la cocina ha evolucionado con respecto a aquella de mis comienzos, mantengo la base de la cocina tradicional, pero mi inquietud por aprender mas me lleva a estar informado y aprovecho todos los años para visitar el País Vasco, y conocer mas profundamente su gastronomía, de paso visito a la familia, he hecho grandes amigos en esa tierra.
En una ocasión Juan María Arzak, maestro de cocineros al que admiro dijo: “habrá quien lo haga mejor pero no quien quiera hacerlo mejor”. Esta es una profesión que requiere dedicación y entrega, mi secreto es ponerle grandes dosis de entusiasmo.

¿ TV. radio, prensa, dedican espacios a la cocina, estáis los cocineros de moda?Bueno, a estas tribunas están invitados los grandes astros y es lógico que así sea, le ocurre igual al fútbol con los galácticos, todos no podemos ser genios pero debemos hacer las cosas lo mejor posible. Que sería de todo esto si no hubiera personas modestas en todos los aspectos de la vida, y que desarrollan su labor callada cada día.

¿Que no debe faltar en tu cocina?
Algo muy básico, y a la vez insustituible, y que no debe faltar en ninguna cocina como es un buen aceite de oliva virgen extra. Por suerte para nosotros estamos en una zona privilegiada con muy buenos aceites de calidad los que se producen por aquí como: Baena, Priego de Córdoba y de Montilla.

Por último, ¿cómo han evolucionado los gustos del público?
Sobre todo, creo que hemos cambiado en las cantidades. Ahora se come menos, pero la gente exige más calidad. En la mayoría de las ocasiones en nuestra cultura las comidas y cenas son actos sociales, pero no tenemos la necesidad de ingerir tantos alimentos. Ahora se pide más sofisticación, la gente busca lo que no encuentra en su casa. La buena cocina y con base como la nuestra no pasa nunca de moda, solo hay que actualizarla un poquito, reduciendo grasas, y utilizando siempre buena materia prima y cuidando la presentación para que el producto sea también apetecible a la vista.

18.9.06

La Paella de Solano

Solano Salido,en plena elaboración de una suculenta paella.- J.PorteroEl tallista Solano Salido, montillano de bien y artista donde los haya, con la misma maestría que esculpe la madera nos demuestra que es un experto maestro arrocero con muchas paellas a sus espaldas, las ha hecho para 40, 60, incluso en no pocas ocasiones preparaba arroz para 100 personas.
Aquí le vemos en plena faena preparando una paella familiar que resulto deliciosa, de lo que doy fe por ser mi cuchara una de las que profanaron esta obra de arte culinaria.
Enhorabuena maestro.
Impresionantes vistas, vertigo da asomarse al balcón de esta paella.
Paella Mixta (Para 12 personas )
Ingredientes:
1 Kg. de arroz
800 gr. de magro de cerdo
500 gr. de gambas arroceras
500 gr. de calamaritos
300 gr. de langostinos
400 gr. de alcachofas
300 gr. de tomate
2 pimientos verdes
2 pimientos rojos
1 cebolla pequeña,

4 dientes de ajos
1 vaso de vino
aceite, sal, azafrán
2 L. de caldo fumet

Elaboración:

En primer lugar, se preparo el sofrito poniendo un buen chorreón de aceite de oliva en la paella a la que se le incorporaron por este orden: primero los ajos para que aromatizaran el aceite, los pimientos, el tomate todo troceado, se añadió un poco de sal, reservando un pimiento rojo asado que asado sirvió para el toque final.

Cuando la verdura estuvo pochada se le añadieron los trocitos de magro se le dio unas vueltas y cuando doro un poco se le agrego el vino, las alcachofas, y el azafrán. Cuando la carne estuvo tierna se le añadieron los calamaritos y el arroz, y se cubrió con el fumet que habíamos preparada con las cabezas y las pieles de las gambas y los langostinos.

Las gambas se le incorporaron cinco minutos antes de apartarla del fuego, transcurridos 20 minutos desde que se hecho el arroz se aparto del fuego y se dejo reposar unos 10 minutos aproximadamente. Previamente se decoro con los langostinos y las tiras del pimiento asado.

Solano Salido y Aurora Mendoza